ANÁLISIS de Simon the Sorcerer: Origins – El REGRESO de una SAGA MÍTICA
Las aventuras gráficas han sido uno de los géneros que me han definido como jugadora desde mi adolescencia. La primera que llegó a mis manos fue Hotel Dusk: Room 215 y, desde entonces, no he parado de explorar el género.
He probado gran cantidad de juegos de esta índole, así que estoy acostumbrada a las mecánicas que los caracterizan.
Simon the Sorcerer: Origins ha sido, sin embargo, mi primera toma de contacto con esta saga en concreto. Lo he disfrutado en Nintendo Switch gracias a Meridiem Games, que son una distribuidora con un gran bagaje a sus espaldas.
Puedes encontrar este título en tiendas tanto en digital como en físico.

Es la precuela de una serie de videojuegos que nació en el año 1993, nada menos, conocida como Simon the Sorcerer.
Si yo hubiera nacido en los ochenta como mi hermano, es muy probable que lo hubiera jugado desde su primera entrega. Conocía estos videojuegos, pero he de reconocer que nunca había puesto demasiado interés en ellos.
Hasta ahora.
Una estética renovada
La desarrolladora Smallthings Studios ha sabido crear verdadera magia visual con este título. Ha dado un lavado de cara a la saga al tomar la decisión de dejar atrás la estética pixel para adoptar un cartoon enfocado en el arte tradicional.

A pesar de que el HD-2D le habría quedado como un guante, creo que elegir una estética más propia de cuentos juveniles ha sido un acierto absoluto.
Como buena adulta nacida en los noventa, vivo enamorada del pixel art, pero considero que las nuevas generaciones digieren muchísimo mejor un apartado visual más claro y definido.
Así que, gracias a dicha decisión, esta aventura gráfica se convierte en la ventana perfecta a nuevos jugadores.
¿De qué trata Simon the Sorcerer: Origins?
Este título nos empuja a ser espectadores de la vida de Simon, un niño al que expulsan del colegio y que, en consecuencia, se muda junto a sus padres a un nuevo hogar.

Simon es una persona irreverente y sarcástica, y no parece muy contento con la idea de tener que acostumbrarse a un sitio diferente.
Mientras ordena cajas y trastos en su nueva casa, se ve arrastrado a un mundo mágico por caprichos del destino. Allí deberá encontrar el camino de vuelta a su hogar, que será mucho más divertido, a la par que tortuoso, de lo que podrías imaginar.
Haz acopio de todo tu ingenio y resuelve puzles, explora lugares encantados y conversa con los transeúntes con el fin de regresar a casa.
Un juego ingenioso
La premisa es muy simple y hasta un poco cliché, como puedes observar. Pero que sea sencilla no quiere decir que sea mala, sino todo lo contrario.
Y aquí debo alabar con fuerza el trabajo de los guionistas. Porque la trama, a pesar de tener una estructura igual o similar a otras obras donde exploramos mundos mágicos, es hilarante.

Todo esto es gracias a los diálogos de Simon, al humor absurdo y a cómo el juego rompe constantemente la cuarta pared.
Las conversaciones con los personajes son muy ocurrentes por el humor del protagonista. Simon es irónico y un sinvergüenza de cuidado, y no tiene escrúpulos a la hora de dirigirse a los demás de formas un poco desdeñosas a veces.
Además, tú eres parte del videojuego; eres de hecho una parte esencial de la trama. Tú no eres Simon, simplemente manejas a Simon, y el juego se encarga de recordártelo de forma incansable.

Romper de esta forma la cuarta pared puede llegar a ser un arma de doble filo, pero lo han sabido implementar de manera impecable.
Simon suele girarse hacia la pantalla y te habla directamente a ti, creando un vínculo entre vosotros. También se enfada contigo y te hace gestos cuando permaneces quieto un tiempo o tu forma de resolver los puzles es cuestionable.

Ambos sois los protagonistas. Sin ti, Simon es consciente de que no puede avanzar y, dada su naturaleza impaciente, te lo hará saber a través de sus expresiones.
Este es sin duda uno de los apartados que más he disfrutado del juego.
Una ambientación mágica
Los escenarios están dibujados a mano y Dios sabe lo mucho que aprecio esto en los videojuegos.
No hay cosa que me guste más que un estilo visual que pone énfasis en los detalles, en las pinceladas y en que esté lo más cuidado posible. Este juego rebosa amor por todas partes.
La ambientación es inmejorable. El juego sabe emplazarnos en el mundo mágico, con sus casas, sus tiendas, su escuela de magia, sus recovecos y alguna que otra sorpresa que no te desvelaré.

No tengo nada malo que señalar de este apartado salvo que, quizá, hubiera estado bien ver más escenarios.
El mapa del juego se me ha quedado algo pequeño, aunque, teniendo en cuenta la dificultad de los puzles, admito que son localizaciones más que suficientes.
El diseño de los personajes es alegre y original a su manera, aunque me hubiera gustado ver más variedad de estos.

No voy a destriparte ningún aspecto del juego, pero me vas a permitir señalar una pequeña cosa sin darte contexto: te quiero mucho, Swampling.
Puzles a base de ensayo y error
Aunque soy una persona que aprecia un buen puzle por encima de muchas cosas (como diría el bueno de Layton), debo confesar que este apartado ha sido donde más ha flaqueado este título.
Los rompecabezas son la piedra angular de las aventuras visuales, el motor que hace funcionar los engranajes principales del resto de apartados. He echado en falta más fluidez a la hora de desentrañar los puzles.
Son complicados, y no por tener una dificultad elevada, sino porque nos falta contexto.

En muchas ocasiones, no necesitaba la lógica para resolver la gran mayoría de ellos, sino que me bastaba con probar todos los objetos de mi inventario hasta que diera con la clave.
Simon tampoco es que me explicase con mucho ahínco las mecánicas de lo que encontraba a medida que avanzaba en la historia. Lo cual tiene sentido ya que, al igual que yo, él también se encontraba perdido en ese mundo mágico.
Sin embargo, los tutoriales de este título se centran en explicarte cómo funcionan los controles, pero no te dan detalles de ciertas mecánicas que son clave para seguir una lógica a la hora de resolver puzles.

Por ejemplo, el sombrero que Simon lleva puesto puede adoptar distintas naturalezas que descubrimos conforme avanzamos. Pero jamás se te explica en qué consisten dichas naturalezas ni qué afecto tienen sobre los objetos de tu inventario.
El sombrero tampoco sigue una lógica que puedas desentrañar por ti mismo; es demasiado críptico.
Todos estos aspectos me generaron un poco de frustración, ya que el backtracking es un elemento fundamental en Simon the Sorcerer: Origins, y la falta de información sumada a la escasez de lógica en algunos rompecabezas hizo que, en varias ocasiones, diera unas cuantas vueltas de más por todo el mapa.
No quiero dar lugar a malinterpretaciones; los puzles son muy originales y entretenidos. Mi crítica está volcada en cómo se ejecutan.

Aun así, en algunos puntos de la historia da la sensación de que, en parte, este aspecto está creado así a conciencia.
Simon the Sorcerer es una saga que utiliza el humor absurdo como parte de su gasolina, así que no es de extrañar que la manera en que resuelves los rompecabezas sea alocada.
Pero no puedo asegurar que sea por eso o porque se han excedido con el misterio.
Personajes enlace
Los personajes secundarios no tienen un peso enorme en la historia, sino que funcionan más como nexo entre puzles que otra cosa.

Esto no es algo malo, sino que el protagonismo recae en su mayoría sobre Simon y sobre ti.
Por esta razón, no hay mucho que pueda decir de este aspecto. El juego no necesita personajes secundarios que lo sustenten porque sus pilares son otros y funciona perfectamente sin que estos tengan mucha importancia en la trama.
El único que podría considerarse algo más vital desde la mitad del juego hasta el final, es el malo maloso. Pero tampoco he sentido que fuera esencial hasta la última hora de juego.
A modo personal, me habría encantado que la historia hubiera dado más importancia al antagonista ya que, como he dicho, no tienes la sensación de que sea un enemigo al que temer.
¡Sin embargo, no nos rindamos con tanta facilidad! A continuación, te explico por qué.
Un final que da pie a la segunda parte
Simon the Sorcerer: Origins no va a ser un juego único, sino que será una precuela con dos o incluso más juegos.

Esto nos queda patente en el final (tranquilo, que no voy a destriparte nada), que no solo es abierto, sino que nos confirma una segunda entrega.
¡Espero que puedan traerla de aquí a un tiempo! Ha sido una aventura que, pese a sus más y sus menos en el tema de los puzles, me ha encantado.
Recorrer el mundo mágico ha sido igual que enfrascarme en una novela juvenil repleta de ilustraciones. Simon me ha conquistado con su humor y me ha arrancado más de una carcajada.
Tengo muy claro que quiero conocer toda su historia.
Conclusiones
Simon the Sorcerer: Origins es un título de corta duración, con una ambientación inmejorable gracias a sus escenarios dibujados a mano y un humor que roza lo absurdo y que destruye por completo la cuarta pared.
Un videojuego cuya mecánica funciona a base de puzles que resolver y que, aunque muchos carecen de lógica y juegan con el ensayo y error, no dejan de ser originales y bastante alocados.
Recomiendo este título a todo aquel que sea amante del género.
- Ambientación inmejorable con escenarios dibujados a mano
- Humor absurdo que te arranca algunas risas
- Rotura de la cuarta pared de forma magistral
- Algunos puzles no siguen la lógica
- Explicaciones muy pobres sobre ciertas mecánicas


¡Gracias Marina por informar de este juego! No lo conocía y la verdad es que tiene muy buena pinta 😊
Me flipa el diseño de los personajes y la ambientación.
Que lo videojuegos rompan la cuarta pared es una dinámica que siempre me llama la atención. Como comentas, es una oportunidad de crear vínculo con el personaje que controlamos.
Ya lo tengo en la Wish List, je je 😉
Buenas!
Este juego me entró visualmente. Tengo ganas de poder echarle el guante, ya lo tengo en la librería, aunque he leído varias veces el tema de los puzzles… y ahora, como que me da cosa 😅
Gracias por esta reseña, tan aclaratoria, con todos los apartados. Me ha servido mucho ^^
Un saludo!